Publicado: 19/12/2016Por Categorías: Inbound Marketing

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Adaptación libre e inbound de la novela de Charles Dickens «A Christmas Carol».

«¿Se puede?». Iván entró en el despacho de Ramón con una propuesta redonda para hacer una campaña de navidad especial con la que felicitar las navidades a los clientes y colaboradores de Compaware. Había trabajado en ello todo el día y al fin tenía algo bueno que merecía la pena poner en marcha.

Durante los últimos 5 días había estado ocupado haciendo llamadas comerciales en frío a más de 200 empresas de un listado que le había pasado Ramón, el gerente de Compaware, y hasta hoy, 24 de diciembre, no había podido preparar nada. «Vamos muy tarde», pensaba Iván, así que decidió enfocarlo en el día de Reyes con una campaña emotiva y social.

«¿Dime Iván, ya has terminado las llamadas?», preguntó Ramón. «Espero que hayas conseguido vender lo suficiente como para justificar tu sueldo».

Iván procuró no hacer mucho caso del humor negro de su jefe. «Tengo una propuesta para felicitar la navidad a nuestros clientes. Es una idea algo atrevida, pero seguro que les va a encantar y nos ayudará a mejorar nuestra relación con ellos.»

«Malo. Cuando vienes así es para pedir dinero. ¿Cuánto me va a costar?».

«Bueno, calculo que 250 euros como mucho, pero…»

«Olvídalo, ya me encargo yo de hacer ahora en 5 minutos una felicitación en PowerPoint y luego se lo mando a los clientes que me dé tiempo.», le interrumpió Ramón. «Tú dedícate a vender, que tenemos que cerrar el año y nos faltan 10.000 euros para llegar al presupuesto».

En ese momento sonó el teléfono. «Ya puedes irte, que tengo que atender una llamada.»

Iván salió del despacho a medio camino entre el enfado y la desesperación, y se prometió no volver a tomar nunca la iniciativa en esta empresa.

Ramón contestó al teléfono: «¿Diga?»

«Hola Ramón, ¿cómo estás? Soy Alicia, de Clientalia. Te llamo porque el nuevo administrativo, por error, ha borrado información del sistema y lo necesitamos urgentemente para cerrar el año. Necesito que nos ayudéis a recuperar los datos.»

Alicia había sido una de las mejores clientes de Compaware desde los inicios, pero ahora estaba pasando una mala racha y solo tenía contratado un mantenimiento básico. «Lo siento Alicia, pero ahora mismo tengo a todo el equipo ocupado y no puedo ayudarte.»

«Pero si no lo solucionamos tendremos que volver a recuperar todos los datos a mano. Vamos a estar trabajando sin parar hasta el día de nochevieja. ¿No puedes buscar un hueco para mí?»

«Imposible. Si al menos tuvieras un soporte premium podría intentar algo, pero con lo que pagas no puedo dedicar ni un recurso más para ti.», insistió Ramón. «Discúlpame, pero estoy muy ocupado».

«Gracias Ramón, lo entiendo. Que pases una buena noche y feliz año nuevo», respondió Alicia, amable como siempre.

«Igualmente.», respondió Ramón al tiempo que colgaba para ver un mensaje que acababa de llegar a su móvil.

 

De: Antonio M. Pérez
Asunto: Ramón, añádeme a tu red de LinkedIn

 

Ramón abrió el mensaje automáticamente, como solía hacer habitualmente. Siempre es bueno conocer gente a la que poder venderle algo.

 

Hola Ramón, no me conoces, pero fui presidente de Kodak durante los años del declive y ahora me dedico a ayudar a personas como tú, que aún están a tiempo de evitar la catástrofe. Si me aceptas, te enviaré tres visitas que te ayudarán a cambiar de rumbo y salvar tu empresa.

 

«Vaya friki,» pensó Ramón. «¿Quién será este Antonio Pérez? Seguro que alguna empresa de coaching o algún rollo de esos. Desde luego no será el expresidente de Kodak, pero con tal de llamar la atención, ahora la gente se inventa lo que haga falta.» Ramón conocía por encima a Antonio Pérez. La historia de Kodak se la habían contado el año pasado en una clase magistral del MBA que había estado haciendo. «Un ejemplo de mala gestión y poca previsión de negocio que nunca me pasará a mí,» pensaba Ramón. En todo caso, aceptó la invitación casi sin pensarlo, como solía hacer con todo lo que le llegaba.

Al momento llegó un nuevo mensaje:

 

Antonio M. Pérez a través de LinkedIn
Gracias por aceptar mi invitación. Has hecho bien. Feliz Navidad.

 

«Qué pesado todo el mundo con la navidad. Lo único que sirve es para que la gente trabaje menos y bajemos la facturación», pensó mientras se recostaba en su sillón. Se había levantado muy pronto hoy, y estaba tan cansado que cerró los ojos 5 minutos para descansar un poco.

«¿Qué pasa Ramón? ¿Has dejado ya de estar hambriento y alocado?»

Ramón abrió los ojos y no pudo creer lo que veía.

En el lugar en el que hace apenas unos minutos estaba el pobre Iván, ahora se encontraba alguien que parecía el mismísimo Steve Jobs.

«¿Cómo?» Se frotó los ojos porque no podía dar crédito a lo que veía. «¿Quién eres? ¿Cómo has entrado?»

«Tranquilo Ramón, ¿no me reconoces? ¿Después de tantos años admirándome y cuándo al fin nos conocemos ni siquiera muestras un poco de emoción? Soy Steve.»

«Perdona, no sé quién eres, pero no eres Steve. Si es una broma, muy buena, te pareces un montón a él, salvo porque lleva 5 años muerto y no creo que hablase mucho español.», contestó Ramón muy enfadado.

«Veo que has perdido totalmente la inocencia y la ilusión, amigo Ramón. Vamos a ir a dar una vuelta, tengo algo que enseñarte»

«Yo contigo no voy a ninguna parte. Sal inmediatamente de mi empresa antes de que te eche a patadas.» Ramón se levantó y agarró al extraño por el brazo, con la intención de sacarlo de su despacho, pero al abrir la puerta, de pronto se encontró en un lugar que le era lejanamente conocido.

«¿Te acuerdas de este sitio?», dijo Steve.

 

Si quieres saber cómo continúa la historia, lee ahora el Capítulo II: El espíritu de Steve Jobs. Y si no quieres perderte ninguna actualización de los contenidos de Nementio, no dejes de suscribirte a nuestra newsletter.

 

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